Cortés no tiene pueblo, es rayo frío,
corazón muerto en la armadura.
«Feraces tierras, mi Señor y Rey,
templos en que el oro, cuajado
está por manos del indio.»
corazón muerto en la armadura.
«Feraces tierras, mi Señor y Rey,
templos en que el oro, cuajado
está por manos del indio.»
Y avanza hundiendo puñales, golpeando
las tierras bajas, las piafantes
cordilleras de los perfumes,
parando su tropa entre orquídeas
y coronaciones de pinos,
atropellando los jazmines,
hasta las puertas de Tlaxcala.
(Hermano aterrado, no tomes
(Hermano aterrado, no tomes
como amigo al buitre rosado:
desde el musgo te hablo, desde
las raíces de nuestro reino.
Va a llover sangre mañana,
las lágrimas serán capaces
de formar nieblas, vapor, ríos,
hasta que derritas los ojos.)
Cortés recibe una paloma,
recibe un faisán, una cítara
de los músicos del monarca,
pero quiere la cámara del oro,
quiere otro paso, y todo cae
en las arcas de los voraces.
El Rey se asoma a los balcones:
«Es mi hermano», dice. Las piedras
del pueblo vuelan contestando,
y Cortés afila puñales
sobre los besos traicionados.
Vuelve a Tlaxcala, el viento ha traído
un sordo rumor de dolores.
desde el musgo te hablo, desde
las raíces de nuestro reino.
Va a llover sangre mañana,
las lágrimas serán capaces
de formar nieblas, vapor, ríos,
hasta que derritas los ojos.)
Cortés recibe una paloma,
recibe un faisán, una cítara
de los músicos del monarca,
pero quiere la cámara del oro,
quiere otro paso, y todo cae
en las arcas de los voraces.
El Rey se asoma a los balcones:
«Es mi hermano», dice. Las piedras
del pueblo vuelan contestando,
y Cortés afila puñales
sobre los besos traicionados.
Vuelve a Tlaxcala, el viento ha traído
un sordo rumor de dolores.
Pablo Neruda
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