cinco años
de E., luego seis años,
ahora nueve y medio
siempre aquí entre las algas
de Isla Negra,
entre ola y ola un niño
con la curiosidad del universo
que se abre aquí como corola verde
con todo el mar
golpeando los ojos peregrinos
y, hierba de agua y cerro,
un año más de Enrique de Segura,
de Salazar, el nieto de don Cloro.
Sabrás más tarde que vi cómo crecías,
como si me mirara
una pestaña, algo íntimo,
interno como el pulso,
y cada vez de tan largos transcursos
al ir a poner pie sobre mi arena
creciendo apareciste
y subían tus meses,
tus años, uno a uno, de la tierra
y entrabas en la casa
con más tiempo en los ojos
y más piernas,
una pestaña, algo íntimo,
interno como el pulso,
y cada vez de tan largos transcursos
al ir a poner pie sobre mi arena
creciendo apareciste
y subían tus meses,
tus años, uno a uno, de la tierra
y entrabas en la casa
con más tiempo en los ojos
y más piernas,
un centímetro más que levantaba
tu corazón de pájaro con trinos
un poco más arriba hacia el follaje,
hacia el árbol oscuro de la vida.
Y ahora con nueve años de Enrique
tu corazón de pájaro con trinos
un poco más arriba hacia el follaje,
hacia el árbol oscuro de la vida.
Y ahora con nueve años de Enrique
aquí en el abandono de la costa
oh pequeño astronauta
te pregunto, y pregunto:
volarás en tu nave alguna vez,
oh pequeño astronauta
te pregunto, y pregunto:
volarás en tu nave alguna vez,
veloz como ninguno entre los ojos
de Orión que parpadean invitándote?
Irá tu carro ardiendo
de Orión que parpadean invitándote?
Irá tu carro ardiendo
por las calles de las constelaciones,
nos traerás las algas de la luna,
de Aldebarán la piedra misteriosa,
y de la Osa Mayor una guitarra?
Ay niño de esta arena,
Enrique de estos páramos marinos,
tal vez no irás adonde,
ni volverás jamás del sinembargo
y entre dunas y adobes
transcurrirá la línea
de una vida, terrón de arcilla espesa
sin castillo ni luna,
línea quebrada como el litoral herido
que desangra entre las piedras perdidas
las llaves de la cólera, la espuma
del vaivén tumultuoso
convertido en la arena del olvido.
Pablo Neruda
1 comentario:
La genialidad incomparable del maestro Pablo Neruda.
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